Reseña de 'Sin retorno', de Susana Rodríguez Lezaun

Aquellos y aquellas que seguís el blog sabréis que hace poco me regalaron la novela 'Sin retorno', de Susana Rodríguez Lezaun y que mis ganas por leerla eran bastantes. Pues bien, una vez la lectura ha finalizado debo decir que, como dicen en el inglés más británico, it hasn't been my cup of tea (que me esperaba más, en otras palabras). 
El argumento de 'Sin retorno' tenía todos los ingredientes que más me gustan a la hora de escoger una novela: trama policíaca, asesinatos con motivos y símbolos ocultos, una historia de amor entre medias... De verdad, es que lo tenía todo y sin embargo, tengo la sensación de que todas esas partes de la novela, primero, han tardado mucho, mucho, mucho en desarrollarse y segundo, no lo han hecho de una manera natural barra sorprendente. 
Vamos por partes y lo primero de todo es hablar de la trama de 'Sin retorno'. Irene Ochoa se siente atrapada en un callejón sin salida cuyos muros se estrechan a medida que los abusos por parte de Marcos, su marido, se convierten en una rutina. No tiene más armas que su instinto de supervivencia. No hay otra opción: la vida de Marcos o la suya. La oportunidad se presenta un miércoles, cuando él llega más borracho de lo normal y, tras un par de tragos, se queda profundamente dormido. Horas más tarde, los bomberos y la policía investigan las causas del incendio que se ha cobrado la vida de Marcos. Todo ha salido según lo planeado, pero hay algo que Irene no puede controlar. Aquella misma noche en la que apenas empieza a saborear la libertad conoce al hombre que podría arrebatársela: el inspector David Vázquez, el encargado del caso. Empieza así una relación marcada por la pasión, el anhelo y el peligro. Mientras Pamplona sigue conmocionada por el accidente, el inspector Vázquez deberá resolver uno de los casos más escabrosos de su carrera: varios peregrinos del camino de Santiago han aparecido muertos en Roncesvalles, a solo unos kilómetros, y todo apunta a que ha sido obra de un asesino en serie. 



Hasta ahí todo apunta a que lo que vamos a leer, la historia que se abre ante nosotros va a ser pura adrenalina y un no parar. A ver, vaya por delante que uno de los aspectos que más me llamaron la atención de la novela fue introducir el elemento del Camino de Santiago como parte de la trama de suspense. Creo que da mucho juego y la autora consigue exprimirlo al máximo, creando pasajes verdaderamente misteriosos y provocando que por la mente del lector pase la idea de pensarse dos veces eso de hacer El Camino. La prosa de Lezaun a la hora de recrear estas partes de la trama, por no decir toda en general, es digna de aplaudir. Posee una sensibilidad y una dimensión más allá de lo superficial que resulta muy bella a la hora de leer. Peeeeero eso no quita que la trama sufra de un par de males que, a mi juicio, le hacen un poquito de pupa. 

En primer lugar, la acción tarda en arrancar bastante y eso es algo que en general, como lectora, me pone bastante de los nervios. Sí que es cierto que hay muchos palos y frentes a los que prestar atención, pero creo que no era necesario explayarse tanto en algunos puntos. 
Por otra parte y uno de los aspectos que menos me han gustado ha sido la historia de amor entre el Inspector Vázquez e Irene Ochoa. ¡No me ha resultado nada creíble! Es decir, la fase previa al enamoramiento me ha parecido muy bonita, pero la fase posterior, en la que después de una noche ya se están diciendo lo mucho que se aman y que no pueden pasar el resto de la vida el uno sin el otro, me ha parecido totalmente cursi y empalagosa. 
Tampoco me ha resultado sorprendente descubrir la identidad del asesino del camino. Mis sospechas apuntaban a ese personaje desde la mitad de la novela. 
No obstante, si hay algo con lo que me quedo como nota positiva es, además de la prosa de la autora, con cómo ha sido capaz de delinear las dimensiones psicológicas de todos y cada uno de los personajes. Sus motivaciones, su pasado... todo en ellos resulta la mar de interesante y atractivo y de una forma u otra, todo ese batiburrillo encaja en el desarrollo de la novela de una forma magistral. 

Veredicto



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